El Día de Todos los Santos se celebra según la Iglesia Católica el ascenso de millones del almas al cielo. Aunque se visita y se recuerda a los seres queridos que ya no están entre nosotros, el día
uno de noviembre, realmente es el día dos el Día de los Difuntos.
Ese día se festeja todas las almas que habiendo superado el purgatorio están ya en el cielo ante la presencia de Dios. Aunque fue el Papa Gregorio III el que promulgó el día 1 de noviembre como el día
para honrar a los difuntos, fue Gregorio IV el que amplió esta celebración por toda la cristiandad.
Anteriormente los primeros cristianos ya celebraban un día por sus mártires, donde se reunían junto a sus tumbas haciendo patente su relación entre ellos y el sacrificio de Cristo. Era tan patente la veneración de esos primeros cristianos con sus mártires que con el tiempo construyeron grandes
basílicas sobre las tumbas de estos, por ejemplo San Pedro en el Vaticano, San Pablo, San Lorenzo en Roma o la de Santiago en España.
Cuando finalizó la persecución de estos primeros cristianos se añadió al santoral otros cristianos que sin sufrir martirio, si habían reconocido su fe de forma pública y evidente ante sus perseguidores. Posteriormente se inscribieron aquellos cristianos que habían demostrado una vida llena de virtudes. Tiempo después se incluyeron a esta santidad las mujeres consagradas a Cristo.
Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba la autenticidad del santo y su culto público. Luego se hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a cabo un proceso de canonización, con el propósito de evitar errores y exageraciones.
Durante el Concilio Vaticano II se revisó el calendario santoral, eliminando aquellos que no se tenía una constancia de todos sus datos, incluso recolocando ciertas onomásticas e incluyendo santos de todos los continentes y es entonces cuando se instauró el 1 de noviembre como Día de Todos los Santos.
La Iglesia para este día escoge la lectura de las Bienaventuranzas con el fin de homenajear a todos aquellos que han durante su paso por este mundo han recibido el titulo de bienaventurados según las palabras de Jesús.